viernes, 30 de septiembre de 2011

La primera fila (2)

La maestra, cuando iba la fila de alumnos hacia el aula, procuraba seguir sin hablar y los  controlaba con la mirada o algún pequeño gesto. Si era preciso, paraba la fila, hubiera escaleras o no, para recuperar la alineación y orden debidos.

Todo muy relajado y controlado. Sin hablar (salvo lo imprescindible) y sin aspavientos o gestos bruscos. Y, menos, amenazadores o violentos.

A las familias que pudiera haber en el patio, dado que era el primer día, se les podía notar cierta expectación favorable ante lo presenciado. Ya tenía un tanto a favor.

Los alumnos, por imitación, llegaban hasta la puerta del aula en orden y silencio. Y relajados, no asustados. Ya tenía la maestra otro tanto a su favor.

La maestra solía repetir lo expuesto cada vez que sus alumnos llegaban de casa, del recreo o de cualquier otra actividad. Eso sí, todos los días tenía que estar en el patio minutos antes de que se formara la fila.

Repetido este procedimiento, que no tiene por qué ser único, dos o tres veces, se garantizaba esa forma de entrada al aula para todo el curso. Sí, has leído bien, para todo el curso. Sus alumnos lo habían aceptado y asumido.

Las ventajas y beneficios de esa forma de entrada se debatían, con la participación de todos, el primer día una vez dentro del aula. Más adelante se aceptaba alguna ligera relajación que en absoluto desvirtuaba lo conseguido y mantenido.

Parece  que el estado de ánimo de los alumnos al llegar a la entrada del aula favoreció el aprendizaje, la convivencia y la ilusión por volver al día siguiente.

Es casi seguro que al día de hoy habrá algún que otro  maestro con serias dificultades en el necesario control de sus alumnos, dentro y fuera del aula, y que le impedirá ejercer la docencia de manera eficaz y gratificante. Una pena, un despilfarro y un daño que nos repercute a todos.

Sigue habiendo esperanza ya que la mayoría, maestro novel, ha sabido encontrar su propio camino. Ánimo.

Saludos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La primera fila (1)

Una sugerencia: Alguien tendría que considerar la conveniencia de aplicar algunos filtros previos para que los aspirantes al acceso a la docencia, al menos en los niveles de infantil y primaria, llegaran con algunas garantías personales, formativas, madurativas y de compromiso hacia la labor que desarrollarán más adelante.

Más de uno de los que estamos en el tajo, no lo estaríamos.

Pero, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, vamos al tema.

Puede haber algún colegio en el que los primeros diez minutos, desde que se indica la entrada a las aulas, no se puedan utilizar para impartir clase debido al bullicio que forman algunos alumnos. Y que es muy contagioso.

A veces la acústica del interior del colegio no ayuda; pero hay más causas.

Por ejemplo, entre otras:

Si un maestro recibe el encargo de otros compañeros, que no salen al patio en ese momento, para que se encargue de acompañar a sus filas de alumnos en la entrada.

Si el maestro tarda en estar al frente de su fila de alumnos en el patio.

Que una clase entrase sin estar acompañada por el maestro. No suele ocurrir.

O si en el trayecto hacia el aula, o con los alumnos ya dentro del aula, el maestro tiene que atender algún requerimiento y descuida la necesaria atención a sus alumnos.

No sería mala cosa que los maestros, al menos por ciclos, se coordinaran para adoptar la misma estrategia, con cierta flexibilidad, a la hora de entrar del patio a las aulas.

Nos hablaron de una maestra que el primer día de formar la fila en el patio, estaba minutos antes de la hora esperando en el patio que se formara, se limitaba a observarla sin hablar y sin perderla de vista. Procuraba no distraerse, ni hablando con compañeros ni con familiares de alumnos salvo por algo de imposible espera.

Luego, sin hablar, despacio y con semblante relajado, recorría dos o tres veces la fila en ambos sentidos mirando a cada alumno. Como mucho, tocaba con la mano, levemente, sobre la cabeza de cada uno.

Al volver al frente de la fila, seguía sin hablar, podía extender un brazo para indicar a algún alumno que se alinease correctamente.

Seguiremos con lo de la fila en próxima ocasión. Si ha lugar.

Saludos

domingo, 18 de septiembre de 2011

Llegada al colegio

Llegada del maestro novel por primera vez a su colegio público. Tiene posibilidades de que le adjudiquen un primer curso de primaria.

Si, a priori, vas con excesivo entusiasmo, temor, apatía o indiferencia en relación con el logro de los objetivos del currículo durante el curso así como con la debida relación con los alumnos, mal asunto.

Acude con el ánimo sereno y con la confianza en que tus alumnos se dejarán llevar, colaborarán en el proceso educativo y, lo más importante, estarán contentos. Ya lo verás.

Esto es un proceso de sedimentación cuyos resultados, unos los veremos y otros no, podrán ser observados desde el día siguiente hasta el muy largo plazo; y no de manera uniforme en todos los alumnos. Así que, paciencia y a barajar.

Entre los compañeros habrá de todo.

Pasa de primeras impresiones y apariencias. Irás descubriendo maestros comprometidos con la labor docente y maestros, los menos, que (sin perder el sueldo) mejor estuvieran fuera de las aulas aunque tengan su oposición aprobada. Se les haría un gran favor que repercutiría en el alumnado, en otros compañeros…y en más gente.

De muchos compañeros podrás aprender metodologías, recursos, etc. No dudes en enriquecer tu bagaje pedagógico y sé receptivo. Te juegas, y nos jugamos todos, más de lo que imaginas.

Hay colegios en los que la coordinación y sintonía de una mayoría de maestros, y a veces hasta la totalidad, consiguen mantener una eficacia pedagógica sorprendente.

Nuestro consejo es que no te dejes influenciar, sin dejar de ser compañero en lo posible, por algunos pocos, menos mal, que parecen necesitar expandir su ineficacia, negatividad, amargura, frustración, desesperanza y hasta hostilidad hacia la docencia. Y, esperemos que no, hacia la infancia.

No retrocedas ni un ápice en la defensa de los derechos de tus alumnos en lo relativo a recibir, debidamente, los refuerzos y apoyos educativos que procedan así como en cualquier otro aspecto escolar al que tengan derecho.

Lo expresado en estas reflexiones proviene de nuestra experiencia así como de lo sabido de otros compañeros durante muchos años.

Conoce bien el interior del colegio así como el patio de recreo y sus posibles zonas de riesgo: escaleras, ventanas, accesos y salidas, papeleras, servicios, estado de conservación de las porterías de deportes (óxidos, anclajes, aristas cortantes, clavos...), existencia de orificios en las vallas del recinto, etc. Toda precaución es poca a fin de evitar desgracias; a veces, irreparables.

Hasta la próxima, si ha lugar.

Saludos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Ánimo, profe!

Iniciamos este blog por si le sirve a algún maestro novel para, dentro de lo posible y razonable, evitar su fracaso docente y garantizarse una actividad profesional esforzada, fructífera y gratificante. Incluso los lunes.

No va a depender ni de inversiones económicas ni de recursos humanos y materiales sobreabundantes. No, es otra cosa.

Son legión los maestros en activo, y jubilados, que consiguieron muy buenos resultados en distintos aspectos escolares: lectura, comprensión lectora y escrita, expresión oral y escrita, dictado, aspectos matemáticos, etc. Y en la adquisición de actitudes y valores personales y sociales estimables.

Y sin grandes esfuerzos aunque sí con dedicación, constancia y eficacia.

Que no, que no es imposible.

No debería perderse esa valiosa experiencia que debería incrementarse con nuevas aportaciones metodológicas.

Es desalentador pensar que algunos maestros principiantes pudieran sufrir en sus propias carnes, y trasladar a terceros, una vida profesional casi de fracaso y pesadilla. Y todo porque no han adquirido o no se les han facilitado algunos recursos pedagógicos sencillos de aplicar y de eficacia comprobada. En fin.

Nos podríamos situar en el primer curso de primaria de un colegio público con un entorno social de clase media trabajadora, matrícula de cerca de veinticinco alumnos y con un nivel de conocimientos sin grandes diferencias.

No hay que olvidar el reconocimiento que merecen la mayoría, no todos, de maestros de infantil (más bien maestras) que nos proporcionan alumnos despiertos e iniciados en distintas áreas. Gracias.

Si ha lugar podríamos seguir otro día. Por ejemplo, con la llegada del maestro el primer día del curso a su colegio.

Saludos.