sábado, 26 de noviembre de 2011

¡Profe, yo quiero seguir castigado!

Falta un pequeño detalle para el primer día de clase.

Hay que dejar claro, con el conocimiento y acuerdo de todos tus alumnos, que algunos comportamientos voluntariamente muy inadecuados en relación con sus obligaciones personales y escolares conllevarán una consecuencia que pudiera no agradar a algunos.

-¿Qué tipo de castigo nos podrá caer encima?- pensarán estas criaturas de seis años, algo mosqueados.

Se lo tendrás que decir de la forma ya indicada repetidas veces.

Te vamos a indicar un tipo de consecuencia de probada eficacia, sin excluir otras muchas que se te ocurrirán o conocerás por terceros.

Y, como siempre te decimos, con la flexibilidad y adaptación que corresponda. En absoluto pretendemos que te sientas obligado y atado de manera que pudieran serte poco soportables algunas actuaciones pedagógicas. El que otros sí lo puedan llevar a cabo, incluso de manera estimulante, grata y sin agobios, no te puede obligar a comportarte de igual manera.

Ahí va: Quedarse sin recreo, pero…

Los merecedores del “castigo” te acompañarán durante el recreo mientras das vueltas por el patio y, de alguna manera, vigilas lo que por allí ocurre. Irán libremente a tu alrededor  (andando, corriendo, brincando, jugando, hablando contigo…) sin alejarse demasiado y sin que tú les pierdas de vista. Es el momento de que cada uno se coma su bocadillo; tú, también.

Unos diez minutos antes de finalizar el recreo los reúnes en un lugar del patio (siempre el mismo) y con algún gesto que se te ocurra les indicarás que están todos perdonados. Alguno, o algunos, te dirán alguna que otra vez que prefieren seguir “castigados” para poder seguir a tu alrededor recorriendo el patio. Creemos que es mejor que rechaces, simpática y entrañablemente, esa peculiar forma de demostrarte aprecio. Son así…porque tú también eres así.

Muy importante: Con motivo de algún acontecimiento que lo merezca indultarás a todos los que tengan “castigos” por cumplir. Se lo explicarás. Y disfrutarás con las consecuencias de tu magnanimidad.

Recordarás, maestro novel de un primer curso de primaria de un colegio público, que en el escrito número seis te solicitamos un compromiso. Y añadimos: Siempre que de forma flexible se acomode a tu personalidad y circunstancias.

Que estuvieras (haya alumnos “castigados” o no) todos los días del curso, no solo los que te sean asignados por turno, en el patio durante el tiempo de recreo. Te supondrá, entre otras renuncias, no poderte quedar en tu aula, no acudir a la sala de profesores, etc. Los beneficios son tan evidentes que nos dan ganas de no pormenorizarlos. Pues no, no nos dan ganas.

Si el trabajo y otras necesidades a las que atender nos lo permiten seguiremos en otro momento, si ha lugar.

Saludos.

martes, 22 de noviembre de 2011

Vivencias compartidas

No hay más remedio que seguir con el primer día de clase.

Un niño acompañado por su madre arroja a la acera un envase de zumo o envoltorio de chuches sin que su progenitora lo impida, rectifique o recrimine; otro, acompañado por su padre, que ni se inmuta, arranca plantas y flores de jardineras públicas o parques; un alumno de otra clase entra en la nuestra, sin pedir permiso e interrumpiendo, para cualquier recado; alumnos que jalean en el patio peleas entre otros niños; marrullerías y agresiones que se ven, sobre todo, en el fútbol…¿Seguimos?

Hay que aprovechar cualquier sucedido criticable y contrario a la integridad, igualdad y respeto a las personas, a la compasión y solidaridad, a la generosidad y ayuda a los demás, al cuidado y respeto a su casa y colegio. Y, en general, a todo lo que nos rodea incluido el trato debido a los animales.

Muestras de lo anterior no te van a faltar a diario por la calle, en el propio colegio, a través de los medios de comunicación, hablando con la gente, en tu propia familia quizás, etc.

Por otra parte también vas a aprovechar justo lo contrario de lo dicho: Sucedidos positivos, ejemplares y encomiables.

¿Y qué vamos a hacer con todo lo indicado? Ya lo habrás adivinado.

En cualquier momento que te parezca oportuno (en mitad de la hora de lectura para que no se les haga muy larga…) interrumpirás la actividad lectiva y compartirás con tus alumnos, algo brevemente, lo que corresponda.

Siempre sacarás, con la intervención de todos los que quieran opinar, una enseñanza positiva en unos casos y reprobable en otros.

Invitarás a tus alumnos a que expresen, voluntaria y brevemente, sus propias vivencias positivas y negativas. Y sacaréis consecuencias.

Si procediera formular la pregunta de “¿Bien o mal?”, u otra que se te ocurra, para inculcar y fortalecer las actitudes y valores que correspondan, pues la formulas para que toda la clase, al contestar al unísono, se cohesione aún más.

Habrá que advertir a los alumnos que no es muy procedente, al relatar alguna vivencia negativa, identificar a la persona en cuestión que podría ser conocida por los demás. No se trata de acusar con el dedo a alguien concreto.

Ya sabemos que habrá casos y situaciones que deberá conocer el colegio y la familia.

Todos los días, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, podrías hacer algo de lo que aquí se indica. Ya irás comprobando y disfrutando de los resultados.

Eso sí, como olvides lo que te hemos sugerido muchas veces acerca de la forma de hablar y comportarte ante tus alumnos es posible que los resultados pudieran no ser los esperados. Pena, penita, pena.

Saludos

domingo, 13 de noviembre de 2011

¡Profe, que no aguanto más…!

No hay que dar lugar a llegar a esta extrema situación.

El primer día de clase conviene establecer la forma de acudir a los servicios.

Los que llevamos algunos años en esto tenemos conocimiento, por propia experiencia o por terceros, de algunos riesgos que pueden ocurrir al dejar, habitualmente, a los alumnos ir solos a los servicios. Algunos ejemplos:

Juegan con el agua de los lavabos, incluso mojándose la ropa e inundando el suelo; se suben a los sanitarios con riesgo de romperlos y romperse la crisma; dan portazos y gritos, etc. Y, esperemos, que no llenen globos con agua para luego arrojarlos de forma sorpresiva. Más vale no dar ideas.

Una vez un maestro que iba por el pasillo observó que un alumno de unos nueve años, parado ante la puerta entreabierta de un aula, se bajó los pantalones para exhibir sus “atributos” ante los atónitos alumnos que lo podían ver. Puro exhibicionismo infantil. Se adoptaron algunas medidas.

A veces se han podido conocer cierto tipo de relaciones poco convenientes entre niños que se escondían en los servicios. Y sigue ocurriendo.

Una pronta y adecuada formación afectivo-sexual, familiar y escolar, ayudará a la mayoría de los alumnos en su proceso de maduración personal y los protegerá de ciertos abusos y vivencias traumáticas. Ya hablaremos de esto, si ha lugar. Es algo muy sencillo, natural y eficaz.

Sin dramatizar ni obsesionarse por lo expuesto, ya que son situaciones no generalizadas en la escuela española, sí conviene adoptar un criterio que en lo posible garantice un uso de los servicios sin sobresaltos.

Se nos ocurre:

Establecer, con el consenso de tus alumnos de primero de primaria, tres visitas a los servicios durante la mañana. Tú, maestro novel, tendrás que ofrecer el horario más conveniente.

Todos los alumnos de tu clase, tengan o no necesidad fisiológica, irán en fila al servicio acompañados por ti. Niños y niñas irán entrando en sus respectivos aseos en grupos de cuatro o cinco. Puede ser efectivo que un niño y una niña, designados de forma rotativa cada semana, controlen y ayuden en el correcto uso de los aseos mientras sus compañeros los utilizan. Tú permanecerás por allí cerca formando la fila con los alumnos que vayan saliendo de los servicios.

Bajo ningún concepto permitirás que los alumnos “controladores” en los servicios se crean que deben ser delatores o chivatos de sus compañeros. Se lo tendrás que explicar y justificar, previamente, a toda la clase.

El primer día de clase, antes de ir a los servicios, comentarás con tus alumnos, siempre relajada y tranquilamente, que algunos niños “pequeños” de infantil suelen tener la costumbre de pedir ir al servicio con mucha frecuencia, incluso aunque no tengan ganas o puedan esperar, sin agobios, algún tiempo más. Y que ellos, tus alumnos que ya no son tan “pequeños” como los de infantil, sí pueden adaptarse a las tres salidas establecidas a los servicios.

Si, además, les hablas incluyéndote tú como si fueras uno de ellos, mucho mejor: “Nosotros, los de primero iremos a los servicios…”

Recuerda siempre lo dicho en otras ocasiones acerca de la forma en que te dirigirás a ellos. Es fundamental.

También les dirás que si alguno, por cualquier motivo, tuviera que ir al servicio antes de la siguiente salida lo podrá hacer sin que nadie piense que es un “niño pequeño de infantil”. Es muy motivador.

No suele darse el caso de que algún listillo aproveche esa excepción casi todos los días. La atmósfera de sinceridad, cercanía y complicidad con tus alumnos, lo evitará.

En el caso de que algún alumno necesite ir al servicio por alguna urgencia: ¿Debe ir acompañado por otro compañero que esperará por el pasillo hasta que regresen al aula? Piénsalo.

Las familias de tus alumnos sí te deberían indicar si el niño, por alguna circunstancia sanitaria, no debe estar sujeto al horario establecido para ir al servicio. Sería raro, raro, pero posible.

Lamentablemente, puede haber algún maestro que facilite la salida libre al servicio para apartar unos minutos de la clase a algún alumno conflictivo y molesto. ¿¡ ¡? Luego puede pasar lo que puede pasar.

Si se diera el caso improbable de que algún alumno se hiciera encima alguna necesidad fisiológica: Comprensión y afecto de todos, quitarle importancia ya que ha sido inevitable, que no es motivo ni de vergüenza ni de nada y además puede pasarle a cualquiera. Más comprensión y afecto, y comunicar con alguien del equipo directivo y con la familia.

Y que para eso están el jabón y la lavadora.

Y tú, maestro novel de un primero de primaria de un colegio público, ¿cuándo podrás acudir al servicio para cumplir con tus necesidades fisiológicas? Dejando a tus alumnos atendidos por un adulto responsable, en cualquier momento.

Como ya te hemos dicho en alguna otra ocasión todo lo que exponemos puede y debe tener un margen de flexibilidad e ir adaptándose a las características evolutivas de tus alumnos.

¿Que cuándo van a empezar a leer, escribir y lo demás? No hay prisas, todo llegará y muy probablemente alcanzarán, la mayoría, un nivel superior a lo exigido.

Saludos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Inocentes desapariciones…., o no

Muy contagioso e incómodo: La desaparición de objetos de los alumnos…o del profesor: lápices, gomas, etc.

Unas veces puede tratarse de simples confusiones, inadvertencias, olvidos; otras, podríamos estar frente a comportamientos prematura y peligrosamente inadecuados. Las carencias afectivas en el seno familiar podrían tener algo que ver en este segundo supuesto.

Sea por lo que fuere hay que procurar evitar, desde el primer día de clase, que se escuchen expresiones del tipo: “…me han quitado, me han robado, yo tenía en mi mochila…y ahora no está…”

¿Podrás evitarlo en alguna medida?

Se nos ocurre, habrá otros muchos procedimientos, que tú, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, seas el que (el primer día de clase) ofrezcas a tus alumnos que lo puedan necesitar algún material escolar que esté habitualmente sobre tu mesa o en un cajón.

Les dirás que mientras se lo traen de su casa, que es lo que deben hacer, pueden pedirte algo de lo que haya disponible en tu mesa. Eso sí, con la obligación de devolverlo el mismo día cuando ya no lo necesiten.

También les indicarás que lo mismo pueden intentar hacer con los compañeros, sin forzar: Ofrecer algo que puedan prestar así como solicitar lo que pudieran necesitar.

Pero para que el truco funcione hace falta algo más. Verás.

Tu forma de dirigirte a ellos, en esta circunstancia como en otras, debe ser convincente, empática, sugestiva…o como quieras llamarla:

Tono de voz natural o un pelín más grave, muy relajado sin aburrirlos o dormirlos, con una expresión que haga que estén pendientes de ti, tu voz y expresión deberían manifestar seguridad en el mensaje a transmitir junto con dosis de cercanía y acomodo a las características evolutivas de tus alumnos de seis años, etc.

Sí procurarás que te acompañe cierto candor, curiosidad, inocencia, sorpresa, honradez, ejemplaridad, solidaridad, y muchas cosas más. Y todo, muy relajado y en tono menor.

No te estamos aconsejando que te infantilices. Tú eres la persona mayor y el maestro. Y hay que mantenerlo.

Cuando algún alumno te devuelva lo que necesitó de tu mesa, recabarás la atención de todos y, con naturalidad y nada de afectación, elogiarás la devolución al mismo tiempo que enseñas el objeto devuelto. Incluso podrías hacer a la clase una pregunta: “¿Bien o mal?” La contestación colectiva reforzará el valor que se quiere transmitir y ayudará a que dicha actitud permanezca en tus alumnos.

Esto hay que hacerlo con todos los que devuelvan algo prestado, incluso entre ellos.

También sería definitivo  que tú “provocases”  que necesitas algo (sacapuntas, etc) y que si alguno te lo pudiera prestar se lo devolverás después de usarlo. Como todos los que lo tengan irán corriendo a tu mesa con un sacapuntas en la mano (esperemos que no se atropellen ni caigan), elige el primero que llegue y le das las gracias, extensivas a todos por su ofrecimiento y generosidad.

Cuando devuelvas el dichoso sacapuntas, que habrás usado a la vista de todos, lo dirás a toda la clase y se lo volverás a agradecer al alumno que te lo prestó. Todo con  naturalidad y…ya sabes.

En otro momento de este primer día de clase puedes provocar, sin que se note, esta actuación:

Dices a tus alumnos que te has encontrado por tu mesa, en el suelo, etc. algún objeto que no es tuyo (aunque sí lo es), y lo enseñas. Y que si es de alguno vaya a recogerlo; pero que si no es de nadie lo dejarás en tu mesa a disposición de todos para cuando alguno lo pudiera necesitar.

Este tipo de procedimientos, y otros muchos que se te ocurrirán, suelen dar muy buenos resultados para evitar “inocentes desapariciones…,o no”. Y, sobre todo, ayudarán a tus pequeños alumnos en su crecimiento personal y social.

Si, desgraciadamente, se sorprendiera a algún alumno en algo parecido a un hurto: Nada de culpabilizar. Tacto, discreción, colaboración familiar, afecto…y pedagogía.

Hasta la próxima, si ha lugar.

Saludos.