martes, 19 de junio de 2012

Profe: Tengo fatiguitas


Para hablar sobre la educación afectivo-sexual en primero de primaria, alumnos de seis años, vamos a exponer algunos aspectos de nuestra experiencia que nos han dado resultados muy positivos mientras los alumnos estuvieron bajo nuestra tutoría. Si, con posterioridad, se siguió una línea de actuación adecuada al desarrollo evolutivo los resultados deberían haber seguido siendo muy positivos.

Lo primero es recordar lo que ya dijimos en anterior colaboración (¡con ésta ya van treinta y dos!): A los padres, en la reunión colectiva de principios de curso, se les debe informar  que vamos a abordar, con alguna antelación a lo que se presume que el desarrollo físico-psico-afectivo de sus hijos iría demandando sobre estos temas y vivencias, la información y formación afectivo-sexual como una faceta más en la formación de la personalidad.
 
A los padres se les mostrarán los contenidos de los textos que utilizarás y les indicarás que a sus hijos les dirás que los días que se aborden en clase estas cuestiones deben, al volver a su casa, comentar lo que se haya tratado. Y que los padres, si sus hijos no comentaran nada (cosa rara), deben preguntarles con naturalidad y simpatía pero sin imposiciones.
 
Si tú, maestro novel de un curso de primaria de un colegio público, tuvieras alguna limitación, reparo o dificultad para abordar con tus pequeños alumnos estas cuestiones…pues, no sabemos qué cara poner. Te podría sustituir otro compañero u otra persona aunque no sería lo adecuado ya que, sobre todo en estas cuestiones, la comunicación interpersonal, sinceridad, confianza y complicidad entre el tutor y sus alumnos es lo que canaliza y hace eficaz la asunción de la información y valores que conlleva.
 
Por cierto, si no has visto lo ya comentado desde hace tiempo relativo a la forma de comunicarte con tus alumnos (tono de voz, relajación, empatía, etc) te resultará algo más complicado conseguir que la transmisión de información y valores les llegue a tus alumnos de la forma más adecuada. Lástima.
 
Como ya advertiste a los padres la educación afectivo-sexual que desarrollarás estará al margen de cualquier condicionamiento o influencia de creencias varias. Todas muy respetables.
 
Te recomendamos que estos temas, que espaciarás durante los dos cursos (1º y 2º) que estarán bajo tu tutoría, los abordes siempre que todos tus alumnos estén presentes en el aula. 

Continuará.
 


Alia res:

Un alumno llegó a primero de primaria con no muy buen color de cara, algo compungido y poco estimulado. Y algo flaco.
¿Problemas digestivos, demasiados mimos familiares, aversión a las vivencias que tuviera en infantil,…?

El primer día, y durante muchísimas jornadas más, se dirigió al maestro, nada más sentarse en su mesa, en estos términos y con una expresión de cara que era todo un poema:

-Profe: Tengo fatiguitas.
 
El maestro, el primer día y sin darle demasiada importancia, se acercó a él y se interesó compasiva y sinceramente por su estado de salud. El alumno no manifestó necesidad de acudir a los servicios o de llamar a su madre.

Todos los días siguientes, lo mismo: las dichosas fatiguitas que escuchaban todos los compañeros. 
Eso sí, lo decía solo una vez.

Al segundo día, cuando el maestro (que ya se lo esperaba) escuchó  lo de las fatiguitas volvió a acercarse a su alumno, lo miró con afecto, quizás le puso la mano sobre la cabeza o el hombro, dejó pasar unos segundos en silencio y le respondió con tono de voz relajado y cara candorosa de cierta sorpresa:
 
-Pues yo,… no.

Todos los alumnos oyeron al maestro.
 
Este tira y afloja “Tengo fatiguitas-Pues yo,… no” duró gran parte del curso de primero.
 
El alumno, al comprobar que nadie en el aula le prestaba mayor atención (sin marginarlo ni desatenderlo), fue paulatinamente disminuyendo su más o menos protagonismo encubierto, se fue integrando mejor en el grupo, apreció el valor del aprendizaje y hasta llegaba a las nueve con mejor color y ánimo. Siempre fue un poco flaco.
 
Nadie se contagió de lo de las fatiguitas. Menos mal.
 
Tus comentarios, si lees estas colaboraciones, deberían servir para que tantos y tantos excelentes maestros de la educación pública (incluido tú), de diferentes niveles, aportéis vuestras iniciativas y experiencias. Todos os lo agradeceremos.
 
Las vacaciones caniculares están ahí. A disfrutarlas y recuperarse.
 
Hasta la próxima, si ha lugar. 

Saludos.


      

jueves, 14 de junio de 2012

Luz y taquígrafos


Cuando hayan pasado algunos días desde el comienzo de curso y tus alumnos se conozcan entre ellos lo suficiente (aunque la mayoría ya se conocerán de infantil), y te vayan conociendo a ti, irá siendo hora de plantearte la elección de un delegado de curso y, si lo ves procedente, de un subdelegado. Nosotros contemplamos solo un delegado.

Previamente al proceso electoral explicarás a tus alumnos las funciones de las que será responsable el delegado: colaborar contigo para que la fila entre y salga del colegio como es debido, para que los alumnos mantengan limpios el aula y demás dependencias del colegio, no dañen el mobiliario, intervenga para solucionar conflictos entre compañeros, recoja y reparta libretas, libros, etc., controle el uso del material didáctico, te traslade las sugerencias sobre la actividad escolar que se le ocurra o le lleguen de sus compañeros, borre la pizarra, esté atento para que sus compañeros usen debidamente los distintos espacios del colegio y eviten situaciones de riesgo, lea algunas noticias del periódico en clase, etc., etc.

El delegado de curso no verá mermado su tiempo de recreo ni suplantará las obligaciones del maestro.

Quedará meridianamente claro que, bajo ninguna circunstancia, aceptarás que sea delator de sus compañeros. Ni se arrogará ningún tipo de autoridad que no le corresponda; se comprometerá a tratar a sus compañeros con respeto y a exigirlo para él.

No tendrá trato de favor respecto de sus compañeros. Se trata de servir a los demás a través de la colaboración con el profesor. Tendrá que desempeñar sus funciones con diligencia, ánimo, simpatía y eficacia. Y ser, de alguna manera, ejemplo para los demás. Llegada la ocasión recibirá tu reconocimiento ante su familia, y sus compañeros.

El delegado de curso podrá ser removido de su cargo por causa justificada, previa advertencia. Y usando toda la prudencia y delicadeza necesarias para no originar algún tipo de trauma.

Duración del cargo: el que estimes oportuno. Hay quien lo va rotando cada siete o quince días…Nos inclinamos por un período mucho más largo.

Si al acabar el mandato, ejemplar, del delegado de curso lo crees merecedor de un sencillo regalo escolar pues…lo planteas ante sus compañeros. Con toda seguridad lo aceptarán con entusiasmo, y sin nada de envidia.

Advertirás a toda la clase que cuando llegue el día de la votación cada uno podrá, libremente, votar o no votar. Y que, el que deposite su voto, podrá indicar en la papeleta doblada el nombre de su candidato, o no indicar ninguno. Eso sí, comentarás la conveniencia de participar indicando tu candidato para que tu opinión sea tenida en cuenta.

También comentarás que no sería recomendable, a la hora de elegir candidato, optar por el más amigo, el más listo, el que mejor juega, el más simpático, el que impone su criterio a los demás, etc. Se trata de acertar con el más responsable, integrado y aceptado en el grupo, y comprometido con la tarea escolar.

Nosotros nos inclinamos porque todos los alumnos sean candidatos pero no descartamos que se haga una consulta en la clase sobre la conveniencia de que los candidatos a delegado de curso sean los que voluntariamente presenten su candidatura.

La campaña electoral, ¡?, si la hay, deberá hacerse fuera del aula: en el recreo, en la calle,…y, por supuesto, sin aceptar coacciones o chantajes que serían comunicados al maestro. Todo esto, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, lo advertirás las veces que sea necesario.

Llegado el día de la votación, recordemos que son niños de unos seis años, escribirás en la pizarra el nombre de los candidatos. A cada nombre le adjudicarás un número que escribirás al lado: puede ser que alguno no sepa escribir bien el nombre elegido. Escribiendo el número sería suficiente.

Repartirás un papel a cada uno para que, con absoluta intimidad y secreto, los que vayan a votar indiquen a lápiz su candidato (que pudiera ser él mismo). A continuación, y sin que nadie pueda leer lo escrito, doblarán varias veces la papeleta y la dejarán sobre su mesa. Tú indicarás entonces que, con orden, cada uno lleve su voto doblado y lo deposite sobre tu mesa, a la vista de todos.

Llamarás a dos alumnos para que lleven a cabo el recuento de los votos emitidos. Uno abrirá el voto, lo enseñará despacio a toda la clase leyendo el nombre o número; y tú lo comprobarás. El otro alumno escribirá en la pizarra, junto al nombre indicado en el voto, una marca o señal. El voto leído se dejará, a la vista de todos, en otro lugar de tu mesa o en un recipiente.

Acabado el recuento será designado delegado de curso, o delegada, quien haya recibido más votos. Si todos están conformes se romperán los votos emitidos en trocitos pequeños que irán a la papelera. A continuación, el nuevo delegado podría borrar la pizarra.

Todo el proceso aquí relatado, insistimos en que son niños de seis años, se hará con la seriedad que corresponda a la edad de los votantes a la vez que no se coartará la curiosidad, entusiasmo, simpatía y bullicio infantiles. Y, en lo posible, en un ambiente relajado y sin estridencias.

Les indicarás que, al igual que con cualquier otra actividad escolar, deben contar a su familia la jornada electoral y el resultado de la votación.

¿Ventajas de lo indicado?: De todo tipo, y corto y largo alcance. No necesitas, y
tú lo sabes, que te lo demos todo masticado. Ánimo.

Hasta la próxima, si ha lugar.

Saludos.