martes, 17 de julio de 2012

Profe: Me / Nos has hecho daño…

Es penoso, y algo más, comprobar que hay alumnos a los que no se les corrigen con frecuencia algunos sencillos, y fáciles de evitar, “vicios” escolares que arrastrarán para los restos si no aparece alguien y lo remedia: la prensión del lápiz al escribir, la adecuada posición de la libreta sobre la mesa, la distancia y posición del cuerpo al leer y escribir, la caligrafía de las letras y números, el debido estado de revista (sin obsesiones) de sus materiales escolares, ropa, calzado y cuerpo, etc.
 
Sin olvidarnos de mantener y consolidar lo ya indicado sobre la forma de entrada y salida del colegio, el comportamiento, el estímulo hacia el eficaz aprendizaje, trato respetuoso entre los alumnos y con el resto del personal escolar, el cuidado y respeto de lo que nos rodea, etc.

Algo de lo anterior podría derivar en algún problemilla muscular, óseo y ocular así como en un deterioro, paulatino y algo generalizado, del desarrollo del alumno como persona en formación.

Y, ¿por qué no entrar?, en sutiles, o no, manifestaciones explícitas y públicas de menosprecio, por parte de su maestro, hacia algún alumno estando éste presente (en el aula, en el patio de recreo…). 

Muchos años después, al encontrarte con alguno de esos alumnos que sufrieron ese trato degradante, humillante, agresivo e injusto, todavía te cuentan con amargura el daño que les causó su maestro.
 
Cuando dichas descalificaciones, y menosprecios, se dirigen a toda la clase o a un grupo de alumnos, privada y públicamente, los daños son imprevisibles y, también, de largo recorrido. A veces se oyen por los pasillos, a través de los tabiques de las aulas, etc.
 
Una vez, hace muuuucho tiempo, se oyó con nitidez atronadora por las plantas, pasillos y aulas de un colegio público grande el grito que un maestro dedicó a uno de sus pequeños alumnos: “¡Burroooooooo!”. Aquello se expandió por todos los rincones y parecía no acabar nunca. Hoy día es impensable que pueda ocurrir.
 
Lo que sí puede ocurrir es que el maestro imponga dentro de su aula una especie de incomunicación con sus alumnos aderezada con un opresivo y temeroso silencio. Si esos alumnos estaban acostumbrados por otro profesor, que lo estaban, a lo que te venimos indicando desde hace ya tiempo, el panorama era algo peor que desolador. Los padres de los alumnos te lo comentaban como si fuera una pesadilla. 

Puede haber algún maestro que no menosprecie a su-s alumno-s…y que tampoco los aprecie. Ya se sabe que el no hacer aprecio es el mayor desprecio.
 
Aunque algunos alumnos te lleguen de sus casas con serias deficiencias de sociabilidad, adaptación, respeto, etc hay que reconocer que muchos hemos cometido errores que han dañado, o podido dañar, a algún que otro alumno: Por excesiva exigencia, por poca flexibilidad pedagógica, por no controlar ciertos estados de ánimo, por no aplicar los recursos educativos adecuados, etc. A veces se ha podido intentar paliar la situación…pero siempre te queda un recuerdo poco grato.
 
Con todo lo indicado en los párrafos anteriores que no nos digan luego que ese curso está desmotivado, que es un desastre, que no sirven ni quieren estudiar, que van a pasar el tiempo, que son delincuentes (sic),…
 
Los que pudimos haber presenciado en ocasiones este tipo de actuaciones de algunos compañeros, y callamos por cobardía o algo así, somos cómplices. Arrepentirse después serviría de poco a menos que conllevase una determinación para, en el futuro, corregir con firmeza, comprensión, nobleza y ánimo constructivo a cualquier compañero que en nuestra presencia cometiese semejantes barbaridades educativas.
 
Puede que se te reduzcan las amistades en el claustro y en la sala de profesores…pero, también, puede que no. Eso sí, no te vayas a creer que tienes que ser un justiciero del que va a depender la corrección en tu colegio de lo que venimos tratando. Serías algo estúpido y el remedio podría ser peor que la enfermedad.
 
¿Exageraciones? No, hijo, no.
 
Es fácil no corregir, o corregir mal, las libretas…luego estarán salpicadas de errores y abundantes faltas de ortografía (incluidas las tildes) tanto en los enunciados de las preguntas (qué manía con lo de copiar lo innecesario) como en las respuestas que califican al alumno… y a su maestro. En colegios públicos y privados. No queremos pensar que se dieran todas estas circunstancias en algunos alumnos que generarán poco lustre al colegio y al maestro por determinados condicionantes. No, eso no se puede ni sospechar. ¿O sí?
 
¿Y por qué tienen que soportar y sufrir los próximos maestros de tus alumnos tu tolerada (corregible y sancionable) ineficacia personal y profesional? Te lo vamos a decir: Porque no es fácil demostrarlo y ya te encargarás tú de no llegar a extremos que te pondrían en evidencia. Incluso puede que ofrezcas una apariencia de simpático, dicharachero, chistoso…pero se te ve el pelaje de la patita bajo la puerta.
 
¿Y por qué recibes el mismo salario y tienes las mismas vacaciones (ahora las estás disfrutando) que otros compañeros dignos de admiración por su compromiso personal y profesionalidad?
 
No queremos que pierdas tu puesto de trabajo pero sí que te corrijas o te corrijan. Debe haber excelentes profesionales esperando acceder a una vacante de maestro. Así que ya sabes…
 
Este panorama no es generalizado, menos mal, en la educación pública. Aunque sea muy minoritario sería mejor que se fuera erradicando con la colaboración y compromiso de todos los que creemos en el progreso educativo. ¿Mejorable? Sin duda.
 
Pero tocaba tratar otras cosillas.
 
Una vez dominado el proceso lecto-esccritor debes, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, iniciar con tus alumnos sencillas técnicas de trabajo y estudio. Ahí van unas que tú, sin duda, ampliarás y mejorarás.

Algo que les entusiasma es identificar las palabras claves de un texto y subrayarlas con o sin regla. 

Algunos serán muy estrictos en considerar claves algunos términos. Les ayudará a la hora de estudiar y resumir.

También les gusta reflejar en sus libretas los cuadros sinópticos de diferentes temas que elaborarán con tu ayuda y que, en principio, copiarán de la pizarra.

Si utilizan colores y algún dibujo “ad hoc”, sin abusar, mejor.
 
La memorización, que ya practicarán con las poesías de las que tratamos, debe extenderse paulatinamente a otros aspectos de las áreas. Sin abusar pero sin olvidarlo.

Hasta la próxima, si ha lugar.

Saludos

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