viernes, 2 de diciembre de 2011

Recreo: ¿Para todos?

Creemos que no se trata de “estar” en el patio de recreo. Así, cualquiera.

En el compromiso contigo mismo y con el proceso madurativo de los alumnos (los de tu tutoría y los demás) se podría contemplar que en el tiempo de recreo el maestro debe estar en el patio, casi sin que se note, observando comportamientos, interviniendo si las situaciones así lo exigieran, a disposición de los alumnos (de tu clase o no) que lo precisaran, etc.

Si te supusiera un compromiso poco acorde a tus circunstancias y que pudiera afectar a tus necesarias relaciones con los compañeros, a tener un tiempo para poderte tomar un café, a disponer de algunos momentos para lo que el cuerpo te pida, flexibiliza la sugerencia. Que solo es eso, una sugerencia.

Antes de salir el primer alumno al patio, o al mismo tiempo, debería haber, al menos, un maestro en el patio.

Y, puestos a estar, y para que se reactive la circulación de la sangre, mejor estar dando vueltas por el perímetro del patio asignado. Sin querer, a veces se han oído conversaciones de alumnos que podían acelerarte el pulso.

Algunas situaciones que se pueden dar en el patio de recreo, entre otras, que reflejamos a continuación y que son muy minoritarias (o deberían serlo), no parecen muy acordes con la retribuida profesión que ejercemos:

Nos llamó la atención alguna vez que algún que otro alumno de magisterio en prácticas permaneciera, día tras día, sin moverse de la superficie de una baldosa junto a la puerta y sin implicarse en absoluto; algún maestro que solo tenía ojos para el periódico, ya que lo estaba leyendo; uso abusivo del móvil con la lógica desconexión de lo que ocurre en el patio (aparte del gasto); estar más pendiente de que no se arrugue o manche la ropa que lleva que de otra cosa; integrarse con otro u otros compañeros formando un corrillo porque tendrán noticias muy importantes e ineludibles que comunicarse, totalmente ajenos a lo que ocurre a su alrededor en el patio (y puede ocurrir cualquier cosa); quedarse casi inmóvil cerca de la puerta de entrada al interior del colegio no pudiendo observar algunos ángulos o zonas del patio; ausentarse del patio unos minutos siendo el único responsable de su vigilancia en ese momento, etc.

Interrumpimos aquí otras situaciones que se pueden dar para que puedas respirar y tomar aliento. Pero seguiremos.

Sí, ya sabemos que no hemos empezado a leer, escribir, calcular, etc. No te inquietes, maestro de primero de primaria de un colegio público, porque lo que hemos venido exponiendo hasta ahora, aunque te pudiera sorprender, va a repercutir muy favorablemente en el aprendizaje de tus alumnos. Que sí, que está comprobado. Ten fe.

Si acompañan las circunstancias, y ha lugar, proseguiremos próximamente.

Saludos.

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